lunes, 7 de noviembre de 2011

La caza

En el deporte de la caza el caballo no es el protagonista, es el medio, ya que representa el mejor medio de transporte al atravesar barrancos, piedras y terreno difícil, su marcha debe ser rápida y tenaz. El aspecto de la "equitación" en la caza a caballo es el menos importante.
Se dividen los jinetes en dos grupos, de acuerdo a las tareas que les toquen desempeñar: por ejemplo los monteros, quienes son los verdaderos artistas de la caza, al frente encontramos el montero mayor y sus monteros de traílla quienes se encuentran montados sobre caballos infatigables, camperos y que de ningún modo llegan a desgastarse. Los invitados que son aquellos que asisten como espectadores sin participar del deporte de la caza, montan caballos cómodos, mansos y bien domados.
En Francia la caza a caballo se entiende como tal, en Inglaterra la caza realmente es una excusa para que los jinetes puedan saltar algunos obstáculos colocados a tal fin, y todo sucede de una forma más "ordenada" y previsible.
Para los monteros, todas las razas de caballos son susceptibles de proporcionar buenos caballos de caza. Los pura-sangre convienen a ciertos buenos jinetes, tranquilos y cuidadosos, pues son rápidos, poseen fondo y puede acomodarse perfectamente en terrenos pedregosos o profundos. El anglo-árabe tiene una gran capacidad para llevar peso y termina siempre el trabajo que se le ha encomendado por arduo que sea, pero hay que tener cuidado ya que su naturaleza generosa le impulsa a dar más de lo que posee, lo cual puede ser contraproducente.
Las cualidades más importantes para un caballo de caza son:
Equilibrio, debe ser nato y no adquirido, de lo contrario resultaría precario y no resistiría largo tiempo.
Buenas extremidades: sus articulaciones deben ser bajas y fuertes, buenos pies y bien herrados, ya que la destreza con que se desenvuelvan los aires y su velocidad dependen de ellos.
Estar cerca de tierra: los caballos que son más altos que largos no son recomendables. Indiscutiblemente un lomo corto caracteriza a un buen trotador, sin embargo no siempre es confortable, sobre todo cuando el cansancio se acentúa volviendo rígidos los músculos de la columna vertebral. La inclinación de la espalda es básica, aunque se considera más importante la verticalidad del brazo y su longitud, que es el resultado de un buen pecho por una parte y la extensión de los gestos de los cuartos traseros por otra.
Cualidades psíquicas concretas: un alto grado de tranquilidad que le permita no asustarse de nada, de los perros, de los automóviles, de las trompas de caza, de sus vecinos, o incluso del animal de caza. Es importante tomar en cuenta que este tipo de caballos deben ignorar lo que ocurre a su alrededor; al contrario de su jinete, no debe tomar parte en las peripecias, sino aceptarlas con cierta flema, o mejor, con cierto estoicismo: su comportamiento debe ser completamente indiferente a las desigualdades del tiempo, calor, y frío, nieblas matinales, vientos y lluvias, tiempo seco o húmedo, etc. Indiferente también a los malos tratos, como a las largas paradas después de una abundante transpiración, la espera interminable después del esfuerzo mientras se procede al encarne, o el penoso regreso a las cuadras. En resumen, el caballo de caza debe de ser un caballo campero de gran fuerza.

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