jueves, 24 de noviembre de 2011

Enfermedades del aparato respiratorio, urinario y Higado

Aparato Respiratorio
Encontramos la neumonía, bronquitis, tos y silbidos. La tos puede ser producida por una diversa variedad de virus, de los cuales están los de la gripe, herpes y rinovirus, también por infecciones de tipo bacterial secundario, que ocasionan el catarro nasal.
Aparato Urinario
Puede presentarse por alergias al polvo de mohos o de heno y paja, y puede ser el único síntoma del llamado huélfago, que en su forma más conocida da lugar a intensas dificultades respiratorias, con un doble esfuerzo respiratorio.
El caballo presenta menor predisposición a las enfermedades urinarias en comparación con otros animales. Existen pruebas de la presencia de problemas renales cuando el caballo encuentra dificultades al acomodarse en el establo o presenta sensibilidad en la región dorsal. La causa se debe a algunos tipos de cólico y lesiones de los músculos lumbares o de la columna vertebral.
Los potros recién nacidos pueden adquirir una infección renal por E. coli o por Actinobacillus equu1¡ (BVE), las cuales causan abscesos diminutos y múltiples y algunos de los síntomas de la enfermedad del potro adormecido. Los casos de cálculos o de infecciones de la vejiga o de la uretra son raros. Cuando aparecen estos trastornos, los síntomas son intentos reiterados de acomodarse en el pesebre, junto con la eliminación de una orina que contiene proteínas, pus y células purulentas y/o sangre.
Enfermedades del higado
El hígado filtra la sangre que transporta los productos de la digestión desde el intestino y, por tanto, cumple un papel estratégico en la asimilación de proteínas, carbohidratos y grasas ingeridas en la dieta. Desintoxica los productos de la digestión o actúa sobre las sustancias tóxicas del alimento (o sobre los fármacos administrados por boca o mediante inyecciones), transformando los compuestos nocivos en sustancias inofensivas. Forma parte del sistema de defensa del organismo; colabora en la regulación del nivel de proteínas en el torrente circulatorio; produce la bilis, tratando de esta forma los pigmentos innecesarios y llevando a cabo, además, una función vital para los procesos digestivos del intestino; actúa como un almacén de azúcar en forma de glucógeno; y almacena, asimismo, las enzimas que intervienen en los innumerables sistemas metabólicos básicos para la vida. Diversos tipos de lesiones pueden alterar una o más de sus funciones y provocar la aparición de síntomas de enfermedad. Puede aparecer ictericia por enfermedades hemolíticas, en las que se libera una excesiva cantidad de pigmento de los hematíes al torrente circulatorio, debido a infecciones bacterianas o víricas o por alteraciones izo inmunes; a causa de este trastorno, se sobrecarga el hígado que normalmente está encargado de secretar estos pigmentos hacia la bilis. En lugar de eliminarse, el pigmento vuelve al torrente circulatorio, en forma alterada, y satura los tejidos y las membranas, haciendo que las partes visibles tomen un color amarillo. El propio hígado puede lesionarse por infecciones o tóxicos y quedar incapacitado para eliminar cantidades normales de pigmento, que llegan a él a través de la sangre. Este tipo de alteraciones produce también ictericia, pero, en tales casos, se pueden alterar, además, algunas de las diversas funciones del hígado, lo cual a veces ocasiona adelgazamiento y trastornos nerviosos, a medida que el hígado deja de cumplir sus funciones digestivas y de desintoxicación. Son ejemplos de estos trastornos la anemia infecciosa equina y la intoxicación por hierba lombriguera o por metales. La inflamación del hígado se conoce con el nombre de hepatitis.

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